18 febrero 2015

Cuaresma 2015: Tiempo de oración, perdón y buenas obras. Tiempo de Esperanza

Hoy es Miércoles de Ceniza, fecha señala en el calendario de muchos de nosotros, pues con ella comienza un tiempo especialmente importante para nuestro espíritu, para nuestra alma: La Cuaresma.


Cuarenta días en los que la Iglesia, a través de sus obispos, directores espirituales, o el propio Papa Francisco, nos dan la “hoja de ruta” para que aprovechemos este periodo como “Dios manda”. Dicho de otra manera y más concretamente, para que hagamos limpieza, tiremos aquello que nos sobra y que nada tiene que ver con nuestro proyecto personal de vida y, lo más importante, para que “recobremos fuerzas en nuestra vida cristiana, redescubrir la importancia de ser creyentes y pertenecer a la Iglesia y que podamos experimentar que es el Señor quien continuamente nos acompaña y sostiene en nuestras luchas” (Antonio José Mellet – Director Espiritual de la Hermandad de la Macarena de Sevilla).


El Papa Francisco, en su mensaje para esta Cuaresma, va más allá y gusta de poner énfasis en nuestra relación con los demás, en nuestro compromiso con el mensaje que Jesús nos dejó en su muerte: el Amor al prójimo. En este sentido, Francisco nos recuerda que “la indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan… La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres”.


Nuestra Hermandades y Cofradías, como no puede ser de otra manera, se suman a esas enseñanzas de la Iglesia con la organización de múltiples actos de culto (Triduos, Quinaros, Septenarios, Vía Crucis, Celebraciones de la Penitencia, etc.) a los cuales estamos llamados a participar sin remilgos. De nada sirve que nos consideremos hermanos y cofrades de una asociación pública de fieles como son las hermandades, si solamente nos quedamos en la añorada y deseada Estación de Penitencia o asistiendo a los innumerables conciertos de marchas procesionales, ensayos o actividades más culturales que cultuales.

Que nadie entienda que este bloguero trata de dar lecciones pastorales, ni mucho menos. Pero convendrás conmigo, estimado e infatigable seguidor del blog, que hay muchas y muchos que desde que “Baltasar” aparcó su carroza en la nave de no sé qué polígono, han puesto el cronómetro en marcha e inundan las redes sociales y foros con la típica expresión de “quedan tantos días para que disfrutemos, gocemos, etc.” como si de una carrera se tratase.


Visto así, estamos utilizando la Cuaresma como un fin, en vez de cómo un medio. Un medio, un camino en compañía de Jesús y de nuestros hermanos. 40 días de oración, de buenas obras, de perdón y reconciliación. Medio, que como te decía al inicio de este post, ha de servir para limpiar nuestro corazón de odios, rencores, envidias, celos, en definitiva, de reconversión y preparación para llegar a la Semana Santa con los deberes hechos. 


Concluyo con una reflexión personal que en otros tiempos me gustaba trasladar a mis hermanos de junta de gobierno y que puede resultar un tanto escandalosa o fuera de lugar, pero que para mí es un claro ejemplo de la manera de proceder de muchos. Así como en el amor, o más concretamente, “haciendo el amor”, hay quien sólo desea llegar al clímax, con la Semana Santa y la Cuaresma ocurre algo parecido, por no decir igual. Solo piensan en ponerse “el trapo en la cabeza” o el capirote y que llegue el día de su Estación de Penitencia para salir con su Titular, sin darse cuenta de que, como los “malos amantes”, se han olvidado de recorrer el camino que les ha de llevar a ese instante que, dicho sea de paso, no siempre se materializa: lluvia, enfermedad, trabajo…


Te invito, por tanto, a que en la medida de tus posibilidades, empieces ese disfrute desde hoy con la imposición de la ceniza y no te pierdas ninguno de esos momentos en los que Jesús y su Madre Bendita también están presentes. Estoy no solo convencido, sino seguro, de que si así lo haces, tu Estación de Penitencia será una auténtica manifestación de fe y no esa fecha marcada en el calendario que, como otras, también pasará.

¿Y después qué?  Para algunos, un vacío inmenso. Para otros, la Esperanza en la Resurrección ¡Ahí quedó!