18 octubre 2014

Renace la Alegría. Yo soy Domund (2014)




Con este lema, situado entre rostros sonrientes de jóvenes, el cartel del DOMUND del año 2014 nos llama a vivir personalmente la Jornada Mundial de la Evangelización como una dimensión de nuestra existencia cristiana. Y nos invita con el tono gozoso que el Papa Francisco ha dado a la misión en su Exhortación sobre la Alegría del Evangelio.

La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús:”Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Nt 28,18-21).


La misión se realiza con el poder de Jesús, que nos acompaña hasta el final de los tiempos, y consiste en anunciar lo que Él nos ha enseñado y bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así nacen los discípulos de Jesús. Así hemos nacido nosotros a la fe.

Cuando este nacimiento se realiza de forma consciente, va acompañado de la alegría del Evangelio, que llena el corazón y la vida de los se encuentran con Jesús. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Y esta alegría es misionera. Nace del encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva.


Cada discípulo de Jesús es discípulo misionero en la Iglesia evangelizadora: esa es su gozosa vocación. Por ello, todo discípulo debe confesar con alegría: Yo soy misión  en medio del mundo. La misión no es una parte accesoria de mi vida; no es un momento más de mi vida, del que puedo prescindir. No puedo arrancarla de mi ser sin destruirme. En consecuencia, no puedo hoy mirar el Domund desde fuera, como una Jornada de la Iglesia en la que tomo  parte como mero invitado, según mis posibilidades. Si creo que soy misión, me siento hoy necesitado de decir con alegría: Yo soy Domund.

Yo soy Domund en la comunión misionera de la Iglesia, llamado hoy a actualizar personalmente y a transmitir a los hermanos la conciencia de nuestro común envío a la misión de anunciar el Evangelio de Jesucristo en todos los ámbitos en los que se realiza: en la pastoral ordinaria en cada Iglesia particular; en relación con las personas bautizadas que no viven de acuerdo con su bautismo; y en los lugares donde el Evangelio no ha sido todavía anunciado, en los cuales no se conoce a Jesucristo o siempre a sido rechazado.


Yo soy Domund en la Iglesia orante que pide al Señor el envío de nuevos obreros a su mies y acompaña con su oración la tarea evangelizadora de los hermanos ya enviados a la misión. Yo soy Domund, y soy misionero con mi oración y mi amor a la misión de la Iglesia y a quienes la llevan a cabo en países más o menos lejanos. Soy Domund y misionero en el mismo sentido que santa Teresa de Lisieux, por su intenso amor hecho oración en la clausura de su monasterio, ha sido declarada patrona de las misiones.


Yo soy Domund con la puesta de mis bienes a disposición de la misión de la Iglesia, para ser con los misioneros constructor de templos, locales de catequesis, escuelas, hogares para niños huérfanos, hospitales, residencias para ancianos, fuentes de agua potable, granjas agrícolas y tantas otras obras que mejoran la dignidad de la vida de las personas pobres. No hay cauce más seguro y eficaz para colaborar en el desarrollo de los pueblos más pobres. No hay administradores más fieles y eficaces de los bienes materiales que aquellos que han renunciado a todo interés de este mundo y entregan su vida con alegría al servicio del Evangelio de Jesucristo, que sitúa a los más pobres en el lugar de preferencia.


España es Domund, se puede decir también en algún sentido con verdad. España es el país que más misioneros aporta a  la Iglesia universal: alrededor de trece mil misioneros españoles están presentes en 130 países. Después de Estados Unidos, España es el país que más dinero pone a disposición del Papa para atender las necesidades de las Obras Misionales Pontificias: en el año pasado más de diez millones doscientos mil euros, con los que se colaborado en 438 misiones en 77 países.

Esta obra de generosidad en tiempos de mayor escasez de medios económicos, y a pesar de las dificultades crecientes de la vida cristiana en España, bien podemos considerarla como un oculto milagro de Dios, que sigue alentando con su Espíritu de Amor los frutos de fe y caridad de los discípulos y la generosidad de quienes reconocen la gran obra humanitaria que realizan los misioneros. A unos y a otros os agradezco vuestra buena obra de amor que os engrandece y os hace sin duda más felices. Con una u otra motivación, el amor generoso a los hermanos más pobres es fuente segura de alegría.


Por último, a los que compartimos la alegría de la fe en Jesucristo, os digo con el Papa Francisco, en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2014: “¡No dejemos que nos roben la alegría de la evangelización! Os invito a sumergirnos en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor en grado de iluminar vuestra vocación y vuestra misión.”

Os saludo con afecto fraternal en el Señor.


+ Carlos, Obispo de Salamanca.


Fuente:DELEGACIÓN DIOCESANA DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
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