22 agosto 2013

FORMACIÓN COFRADE - LITURGIA (XI): Los Tiempos Litúrgicos

EL TIEMPO PASCUAL

Con el Domingo de Pascua, domingo sobre el que gira todo el año litúrgico del cual es su raíz, se comienza uno de los tiempos litúrgicos fuertes: el tiempo pascual cuya característica es la alegría. Abarca los cincuenta días posteriores a Pascua de Resurrección (cincuentena pascual), incluyendo el domingo pascual, y se distinguen tres períodos:
  • Octava de Pascua: Son los ocho días posteriores y deben considerarse como un solo día festivo. Termina en las Vísperas del II Domingo de Pascua también llamado domingo “in albis”porque era cuando los catecúmenos que se habían bautizado en la Vigila Pascual deponían las vestiduras blancas que había llevado toda la octava.
  • Tiempo Pascual hasta la Ascensión.
  • Tiempo Pascual después de la Ascensión: En este tiempo celebramos:
    • La Ascensión del Señor: A los cuarenta días de Pascua, hoy pasada al domingo VII de Pascua.
    • Pentecostés: Se celebra a los cincuenta días de Pascua, en el domingo VIII después de Resurrección. Su octava ha sido suprimida. Es el colofón del ciclo pascual, no una nueva Pascua.
Ya los judíos celebraban la fiesta de la cincuentena para conmemorar la Alianza de Dios con su pueblo en el Sinaí. La Iglesia, en el Concilio de Nicea reunido el año 325 dispuso que la Pascua se celebrase el domingo que hubiese tras el primer plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. Por este motivo, la Pascua de Resurrección, la Pascua Florida que es como se la llama en España, es fiesta variable, ya que depende de la luna y necesariamente deberá oscilar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Podemos en cierto modo decir que así se unen los dos calendarios: el lunar (de tradición hebrea) y el solar.

En la cincuentena pascual, que debe considerarse como una única solemnidad, debe siempre haber signos festivos en el altar y en la iglesia (flores, luces, música). El cirio pascual debe encenderse a diario, para subrayar la unidad de la cincuentena pascual y vuelve el Gloria. En las lecturas, durante la cincuentena se omiten las del Antiguo Testamento, para dar a entender que estamos en un tiempo nuevo, leyéndose los Hechos de los Apóstoles, Apocalipsis, Cartas de san Juan y san Pedro. En las evangélicas se lee el de San Juan y las apariciones del Resucitado según el evangelista del año.

La cincuentena pascual es el tiempo fuerte por excelencia del año litúrgico y la alegría debe ser la nota dominante. Es tiempo de frecuentar los sacramentos y de llevar la Eucaristía procesionalmente a los enfermos. El Código de derecho canónico obliga a comulgar al menos una vez al año y este precepto debe cumplirse en tiempo pascual, salvo que por causa justa se haga en otro tiempo (CDC 920). También es precepto confesar los pecados graves al menos una vez al año, aunque no necesariamente en tiempo pascual. Las vestiduras de los ministros es blanca.


EL TIEMPO ORDINARIO

El tiempo del Año litúrgico que no tiene un carácter propio (Adviento Navidad, Cuaresma y Pascua) recibe el nombre de Tiempo Ordinario, que abarca 33 ó 34 semanas. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo.

El Tiempo ordinario comienza el lunes siguiente al domingo posterior al 6 de enero, Epifanía, y dura hasta el martes anterior al Miércoles de Ceniza, que da inicio a la Cuaresma. Ahí se interrumpe para reiniciarse desde el lunes siguiente a Pentecostés hasta las vísperas del primer domingo de Adviento, (que es el domingo más próximo al 30 de noviembre) con el cual se inicia el Nuevo Año litúrgico. Durante el tiempo ordinario se celebran numerosas fiestas tanto del Señor como de la Virgen y de los Santos.

Este Tiempo Ordinario es una novedad de la reforma postconciliar ya que antes era llamado domingos después de Epifanía y domingos después de Pentecostés y también “domingos verdes” por el color litúrgico que se emplea. El Tiempo Ordinario cobra su unidad en el Leccionario ya que tiene un ciclo trianual en los domingos y bienal en las ferias.

Para los cristianos cada día tiene un sentido cristológico: la mañana trae el recuerdo de la Resurrección, la hora de tercia recuerda al Espíritu Santo, la hora de sexta la Ascensión, la de nona la Crucifixión y muerte del Señor, la de vísperas la Cena y la noche la espera escatológica del Señor. Antes de la reforma litúrgica, el Tiempo Ordinario recibía su significado casi exclusivamente del Santoral, habiéndose recuperado actualmente la visión global del misterio salvífico. Según la costumbre latina, el lunes recibe el nombre de "feria segunda" y así sucesivamente hasta la feria sexta (viernes). El sábado tiene su nombre propio heredado de los judíos (Sabbat = descanso).

En el T.O. la Iglesia celebra en la semana del 18 al 25 de enero el Octavario por la unidad de los cristianos, coincidiendo con la fiesta de la Conversión de San Pablo que se celebra el 25 de enero, y en octubre Preces para después de la cosecha, Témporas de acción de gracias y de petición en el 5 de octubre. El penúltimo domingo de octubre se celebra el Domund (Día de la propagación de la Fe).


LA CUARESMA

Cuarenta días antes del Domingo de Ramos empieza el tiempo de Cuaresma, que la Iglesia instituye para prepararnos a celebrar los misterios de la Pasión. Desde fines del S. II ya existe en la Iglesia un período de preparación a la Pascua, observado con días de ayuno y penitencia.

Este ayuno de cuarenta días se observaba desde la sexta semana antes de Pascua, pero habiendo por medio seis domingos (días siempre festivos y nunca penitenciales) y para completar el número simbólico de cuarenta días de penitencia (cuarenta años fue la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto, cuarenta horas permaneció Jesús muerto, cuarenta días duró el diluvio, cuarenta días estuvo Moisés en el Sinaí) se amplió al miércoles anterior.

Más tarde se añadieron otros domingos de preparación a la Cuaresma (Quincuagésima, Sexagésima y Septuagésima, hoy suprimidos). Era en Cuaresma la época en que los catecúmenos que se iban a bautizar en la Vigilia Pascual se preparaban intensamente para recibir el Sacramento. También, en el Miércoles de Ceniza, eran separados públicamente de la Asamblea los pecadores, imponiéndoseles la ceniza y obligándoseles a la penitencia pública, generalizando la costumbre de la imposición de la ceniza a todos los fieles el papa Urbano II en el Sínodo de Benevento del año 1001. La Constitución litúrgica Sacrosantum Concilium (SC 109) recuerda el carácter bautismal y penitencial de la Cuaresma. Es la época del "Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1,15)

Abarca pues desde el Miércoles de Ceniza hasta el Triduo Pascual. El computo matemático total en la actualidad suma cuarenta y cuatro días, incluidos el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo. Dentro de la Cuaresma entran las siguientes fiestas:
  • Solemnidad de San José, el diecinueve de marzo.
  • La Anunciación del Señor, el veinticinco de marzo.
La SC nos recuerda el doble carácter de la Cuaresma: penitencial y bautismal. Insiste en la escucha asidua de la palabra y en la dedicación a la oración. Teológicamente el protagonista de la Cuaresma es Cristo (se retira al desierto a orar, se encuentra con la samaritana y la salva, cura al ciego, etc). Él es el dueño de la historia y avanza hacia la Pascua sembrando la Salvación. Resulta incongruente, por parte de la piedad popular, querer encontrar otro significado o simbolismo distintos a los establecidos por la propia Constitución Litúrgica y mucho más si la figura de Cristo es sustituída por la de María o cualquier otro Santo.

La trilogía cuaresmal que la iglesia nos propone consiste en limosna, oración y ayuno.

En cuanto a normas litúrgicas y orientaciones pastorales propias de este tiempo podemos apuntar algunas:
  • En general se debe buscar en el tiempo cuaresmal la mayor austeridad posible, tanto para el altar como para los demás lugares y elementos celebrativos.
  • El contraste entre esta austeridad cuaresmal y las maneras festivas que se ofrecerán al llegar la Pascua (Pascua=paso) ayudarán a captar este concepto de "paso".
  • En este tiempo hay que suprimir las flores, la música instrumental (salvo si es imprescindible para acompañar el canto) y los adornos.
  • Una celebración comunitaria de la Penitencia es muy recomendable, con confesión personal como preparación inmediata al Triduo Pascual, así como el ejercicio del Vía Crucis.
  • En la Misa se omite siempre el Aleluya.
  • Se dicen los prefacios de Cuaresma (excepto las fiestas que los tengan propios).
  • Los domingos se omite el Gloria.
  • Antes del Evangelio, en lugar del Aleluya se puede hacer una aclamación a Cristo.
  • El acto penitencial de la Misa debe destacarse.
  • El miércoles de Ceniza y el Viernes Santo hay que guardar abstinencia de carne y ayuno.
  • Los viernes de Cuaresma (y todos los del año) son días penitenciales de abstinencia. Esta puede ser sustituida por alguna práctica religiosa: lectura de la Sagrada Escritura, limosna penitencial, obras de caridad o piedad, etc.
  • En el miércoles de Ceniza, la imposición de la ceniza debe hacerse después del Evangelio y la homilía. Por ese motivo en la Misa de ese día se omite el acto penitencial. Es recomendable que el sacerdote presidente se imponga a sí mismo la ceniza o que alguno de los fieles se adelante a imponérsela: debe dar ejemplo de que, como signo visible de Cristo en la comunidad, se incorpora también a su camino de Pascua.
  • El sexto domingo de Cuaresma se llama domingo en la Pasión del Señor o de Ramos (antes de la reforma litúrgica se conocía por el nombre de Domingo de Pasión al anterior a Ramos).
  • Las vestiduras son, como en Adviento, moradas.

EL ADVIENTO

Las cuatro semanas anteriores a la solemnidad de Navidad forman el tiempo de Adviento que es la preparación para la llegada del Salvador, dando con el primer domingo de Adviento comienzo un nuevo año litúrgico, que terminó el domingo anterior con la festividad de Cristo Rey (en el rito oriental-bizantino el año litúrgico comienza con la fiesta de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre).

Las normas litúrgicas universales dicen que el Adviento "comienza con las primeras Vísperas del primer domingo de Adviento (el 30 de noviembre o domingo más cercano) y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad". Contiene siempre cuatro domingos que se estructuran en dos partes bien definidas: hasta el 16 de diciembre y del 17 al 24 de diciembre. Fue el papa San Gregorio Magno quien la estructura en cuatro semanas.

El tiempo de Adviento no se conoce en Roma hasta el S. VI, recogiendo la palabra adventus, aplicada anteriormente a la llegada de algún personaje importante (Emperador). Es el tiempo del Marana-tha (ven Señor), de la espera gozosa del Salvador. El Adviento es también el tiempo mariano por excelencia, donde la presencia de María en la liturgia es más patente.

Teológicamente es tiempo de espera gozosa de la venida de Cristo, es tiempo asimismo del Espíritu Santo, tiempo del cumplimiento de las profecías, tiempo de conversión y tiempo mariano por excelencia como hemos dicho (diciembre el mes más particularmente apto para el culto a la Virgen sin que deba ser considerado como mes de María) con la Inmaculada, la Expectación al Parto, y ya en tiempo de Navidad con la solemnidad de María Madre de Dios el 1 de enero.

En los aspectos litúrgicos el Adviento es tiempo de relativa austeridad en los signos externos. Así, es aconsejable pastoralmente hacer alguna celebración comunitaria de la penitencia. Se omite el Gloria los domingos por el carácter relativamente penitencial del tiempo para que resuene con más alegría el Gloria de la misa del Gallo. Las vestiduras son moradas (como en Cuaresma) y el altar debe estar escueto y sin adornos muy festivos. En el domingo III de Adviento, llamado de Gaudete por la antífona de entrada -Gaudéte in Domino semper: íterum dico, gaudéte- se puede usar el color rosa (como ocurrirá en el IV domingo de Cuaresma llamado de Laetare). La música instrumental se debe omitir para que contraste más la alegría del Nacimiento.

También se recomienda poner en lugar preferente una imagen de María y se está recuperando la tradición, procedente sobre todo de Centroeuropa y Norteamérica, de poner la llamada corona de Adviento (cuatro velas de diferentes colores sobre una corona de ramos verdes que se van encendiendo progresivamente en cada domingo, marcando el tiempo de la llegada del Señor).

La semana que precede a la Navidad tiene un sentido propio y distinto al resto del Adviento pues la llegada del Señor es inminente. Aquí las memorias de los santos son siempre libres, se puede cantar diariamente el Aleluya, poner más luces en el altar, usar vestiduras más lujosas, dar la bendición con la fórmula solemne de bendición de Adviento. Se debe notar que el tiempo es más alegre.

Las lecturas de Adviento se nuclean en las ferias en torno al profeta Isaías y las evangélicas en los pasajes que narran al Precursor y los preparativos del Nacimiento. Los domingos se leen las epístolas de Pablo, Santiago y Hebreos.

Resumiendo pues diremos que el Adviento es un tiempo de relativa austeridad, ya que a quien espera siempre le falta algo. Por eso se emplean algunos signos de austeridad como las vestiduras moradas o la omisión del Gloria.


Gracias a Valladolid Cofrade por la cesión del contenido de este post.