01 junio 2010

CRUZ DE MAYO 2010 - SALAMANCA


En mi querida Salamanca lo de recuperar las tradiciones cristianas no es bien recibido, aunque algunos luego se basen en ellas para aflorar sus críticas. Hace unos días nos encontrábamos con la noticia de la imposibilidad de celebrar el Triduo al Sagrado Corazón de Jesús por parte de la Hermandad de Jesús Despojado en la iglesia de la Clerecía. A nadie le ha importado los sacrificios que el pasado año un grupo de personas hicieron por acercar de nuevo esta devoción a los fieles salmantinos, ni la ilusión que los miembros de esta hermandad pusieron a la hora de encontrar a los mejores oradores para transmitir con sus palabras que el amor de Jesús es todo corazón. Por supuesto, atrás ha quedado el sueño de verlo algún día pasear por las calles de la ciudad tras su gloriosa Resurrección…

Y a punto han estado también de acabar con la ilusión de un grupo de jóvenes, procedentes de la Asociación Juvenil y Cultural Salamanca Cofrade y del Grupo Joven de la Hermandad Dominicana. Pero los jóvenes son fuertes, tenaces, constantes,…

Jóvenes que desde antes de la Semana Santa se han venido reuniendo en la antigua Iglesia del Arrabal para ensayar una y otra vez con el antiguo paso del Rosario, el que algunos llamaban “el juguete”. ¡Bendito juguete! Casi cinco meses han bastado para demostrar a muchos que no solo se trata de ponerse un pedazo de tela a la cabeza y meterse debajo del paso. ¡A la devoción por la afición, que diría mi maestro y capataz!

Esos que desde cualquier foro o atrincherados tras una mesa camilla, despotrican una y otra vez con todo lo que tiene que ver con mi querida Sevilla o con la afición al costal, el pasado domingo 30 de Mayo de 2010 tuvieron que tragarse sus palabras y contemplar desde las esquinas, incluso algunos con cámara en mano, como se puede ser profeta en la tierra de uno y como la fe mueve montañas.

A las 5.00 de la tarde daba gusto ver los alrededores del Arrabal. Chavales que en muchos casos apenas llegaban a la mayoría de edad, ataviados con sus ropas compradas para la ocasión, todos por igual, con los nervios contenidos, pero con la alegría en su rostro, contaban los minutos que faltaban para que poco antes de las 6.00 vieran cumplido su sueño. El sueño al que se referiría el dominico padre Antonio, que antes de salir quiso poner de manifiesto que no se trataba de una procesión sin más, de un dar gusto a unos cuantos, sino de manifestar públicamente que esa cruz que iba a recorrer las calles salmantinas era la Cruz en la que murió Nuestro Señor; la Cruz a la que nos aferramos cada día; la Cruz desde la cual la Resurrección de Cristo se ve como la gran victoria de la vida sobre la muerte; la Cruz de nuestras penas y de nuestras alegrías… ¡Que más da si es la cruz de mayo o la de septiembre! Es la Cruz del Hijo del Hombre, la cruz de todos los hombres y mujeres de bien.

Y resulta que han tenido que ser los jóvenes cofrades salmantinos los que nos recuerden que Jesús murió en esa bendita Cruz para traernos la salvación. Su fe, porque de otro modo no se explica, les ha llevado a entregarse a esta noble causa y su testimonio ha sido ejemplo para muchos, hasta para los más puristas, de que no se trataba sólo de sacar un paso a costal, sino de que la Salamanca cofrade necesita de estos jóvenes, chicos y chicas, que en una tarde de un sol de justicia, prefirieron acompañar a la Cruz de Cristo en vez de estar jugando a la “play” o tomándose unas litronas tirados en cualquier parque.

Porque, queridos amigos y amigas que seguís este blog, para muchos la tarde del domingo era como el examen de fin de curso o de selectividad. Algunos hasta indagaron en la historia de la ciudad para ver si encontraban referencia alguna a la cruz de mayo. ¿Pero es necesario que exista una tradición para honrar la Cruz del Señor? El puritanismo que en los últimos años se ha instalado en determinados ambientes del ámbito semanasantero salmantino se ha permitido el lujo de juzgar a estos jóvenes como si estuvieran cometiendo un crimen al creer y defender algo que si hubiese sacado a ruedas, o en andas o tirado de vete a saber que cosa, no habría sido objeto de comentario.

En fin, que salvo la titular, Hermandad Dominicana, y las Hermandades del Cristo del Amor y Paz y Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo, el resto prefirieron no hacer acto de presencia, lo que no impidió que el Puente Romano, la Ribera del Puente, Tentenecio, Vera Cruz, Libreros, Plaza de San Isidro, Rúa Antigua, Palominos y la Plaza del Concilio del Trento se llenaran de propios y extraños para contemplar el trabajo bien hecho, el premio a la entrega y al sacrificio, la alegría de ver a niños y jóvenes en un cortejo procesional fuera de la Semana Santa y, sobre todo, la preciosa y a la vez humilde Cruz que situada en un coqueto paso, fue llevada sobre la cerviz de lo que ha de ser la cantera de los costaleros y cofrades salmantinos. Y todo ello a los sones de la Agrupación Musical de Cristo Yacente quien puso la nota musical a una tarde para enmarcar.

Y para aquellos que esperaban que todo se quedara en lo meramente plástico y material, significar que fue un placer compartir la celebración posterior a la procesión en el marco incomparable de San Esteban. Así, de este modo, concluimos como empezamos. Escuchando al Padre Antonio, capellán de la Hermandad, quien tuvo palabras para todos, palabras de ánimo tan necesarias en esta época en la que los cristianos estamos el punto de mira de más de uno.

Mi más sincera enhorabuena a la Orden Dominicana y a la hermandad de dicho nombre, por apoyar esta iniciativa y, por supuesto, a todos y cada uno de los chicos y chicas que no han escatimado esfuerzos, recursos, incluso económicos, que no se han doblegado ante las críticas y las provocaciones y que nos han demostrado a muchos que cuando la fe está por medio, todo es posible. ¡Viva la Cruz de Mayo!

(Las fotografías siguientes han sido cedidas generosamente por Oscar García y José Ignacio González).