09 febrero 2010

SEMILLAS de GILBERT KEITH CHESTERTON


Por Florentino Gutiérrez. Vicario General Diócesis de Salamanca

“La Iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”. Así se presenta este bohemio inglés, novelista, apologeta, ensayista, poeta y converso. Estas son algunas de sus palabras que hoy hacen reflexionar al mundo:


1 – Sobre la alegría: “Se dice que el paganismo es la religión de la alegría y el cristianismo la religión del dolor, pero igual de fácil es probar la proposición inversa. Cuando el pagano contempla el verdadero corazón del mundo, se queda helado. Más allá de los dioses, que son simplemente despóticos, está el Hades, el reino de la misma muerte (…) La alegría, que era la pequeña publicidad del pagano, se convierte en el gigantesco secreto del cristianismo. Y, al cerrar este volumen caótico, abro de nuevo el libro breve y asombroso de donde ha brotado todo el cristianismo, y la convicción me deslumbra. La tremenda imagen que alienta en las frases del Evangelio se alza – en esto y en todo – más allá de todos los sabios tenidos por mayores”.

2 – Sobre la fe: “Al que dice que la fe ha brotado del salvajismo y la ignorancia, hay que contestarle que no: que nació de la civilización mediterránea, en la plena germinación del gran Imperio romano. Cierto que después su hundió el barco, pero no es menos cierto y asombroso que volvió a resurgir recién pintado y deslumbrante, siempre con la cruz en lo alto. Y éste es el asombro de la religión: haber transformado un barco hundido en un submarino. Bajo el peso de las aguas, el arca sobrevivió. Tras el incendio y bajo los escombros de las dinastías y los clanes, nos alzamos para acordarnos de Roma (…) La Iglesia cristiana era el último aliento de la vieja sociedad y el primer aliento de la nueva. Congregó a los pueblos que olvidaban ya cómo se levantan los arcos, y les enseñó a construir el arco gótico. En una palabra, lo que se dice de la Iglesia es lo más falso que de ella puede decirse. ¿Cómo afirmar que la Iglesia quiere hacernos retroceder hasta las edades oscuras, cuando a la Iglesia debemos el haber podido salir de ellas?”.

3 – Sobre la Iglesia católica: “No existe ninguna otra institución estable e inteligente que haya meditado sobre el sentido de la vida durante dos mil años. Su experiencia abarca casi todas las experiencias, y en particular casi todos los errores. El resultado es un plano en el que están claramente señalados los callejones sin salida y los caminos equivocados, esos caminos que el mejor testimonio posible ha demostrado que no valen la pena, el testimonio de aquellos que los han recorrido antes (…) Además, la Iglesia defiende dogmáticamente de la mandad de sus peores enemigos, esos monstruos horribles, devoradores y viejos que son los antiguos errores”.

4 – Sobre la fortaleza de la Iglesia: “No me cabe en la cabeza cómo una torre tan frágil podría permanecer tanto tiempo en pie sin un fundamento firma. Y, menos aún, cómo pudo convertirse, cómo se convirtió de hecho en el hogar del hombre. La mente católica es la única que permanece intacta frente a la desintegración del mundo. Si fuera un error, no hubiera podido durar más que un día. Si se tratara de un mero éxtasis, no podría aguantar más de una hora. Sin embargo, ha aguantado dos mil años, y el mundo, a su sombra, se ha hecho más lúcido, más equilibrado, más razonable en sus esperanzas, más sano en sus instintos, más gracioso y alegre ante el destino y la muerte, que todo el mundo que no se acoge a ella. Pues fue el alma del cristianismo lo que emanó del increíble Cristo, y el alma del cristianismo era sentido común”.
El autor de “El hombre eterno” murió en 1936 y nos dejó un serio aviso: “Cuando se deja de creer en Dios, se termina creyendo en cualquier cosa”.